
Hace
poco, una compañera de trabajo nos dedicaba estas palabras, que titulaba "La bibliotecaria destronada". Qué
quieren que les diga, uno que estos días está muy sensible con
cualquier muestra de entereza, de profesionalidad, de sacrificio y de
tantos otros buenos valores que tanta gente está demostrando estos
días, se emociona
con gestos así. Esta compañera que ha tenido la
mala suerte de tener que bregar con el bicho, una vez que se deshizo
de él, nos dedicó estas palabras que tanto emocionan y se
agradecen. Sin duda, el reconocimiento tanto de compañeros como de
las personas hacia las que va dirigido nuestro trabajo, sea cual sea,
es otra pequeña alegría a la que aferrarse estos días. En este
caso, diría que es más una gran alegría. El trabajo, suena raro
decirlo, está siendo estas semanas una de las principales vías de
escape de mucha gente. Es cierto que las condiciones son en la
mayoría de los casos peores que cuando se realizaba el trabajo en
condiciones habituales. Hay que estar pendiente y pelear porque estas
sean las más seguras posibles. Basta escuchar los comentarios de
personal sanitario, que desde los primeros días se vieron
desbordados por la falta de material, de personal y de previsión.
Ellos han sido los primeros en demostrar una gran entereza y en
multiplicar su esfuerzo. Va para ellos nuestro agradecimiento todas
las tardes a las ocho. Aunque está claro que el agradecimiento no
deberá quedarse ahí una vez que todo esto haya acabado. Y que
también habrá que aplaudir y agradecer como se merecen a todas
aquellas personas que con su trabajo diario, su tenacidad y su
capacidad de resistencia están haciendo que estos días sean lo más
llevaderos posibles. Así que recuerda, tu agradecimiento siempre
reconforta y ayuda, del mismo modo que han reconfortado las palabras
de nuestra compañera. Agradece que no es poco.
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