Uno
de los motivos de poner en marcha este blog, aparte de hacerse eco de
algunas de la iniciativas que surgan para fomentar la lectura, es
crear un espacio en el que compartir las pequeñas (o grandes)
alegrías que puedan ir sorprendiéndonos en estos días. Pese a
estar obligados a pasar tantas y tantas horas en casa, la gran
mayoría de nosotros disponemos de cientos de opciones de
entretenimiento que pueden ayudarnos a hacer todo este tiempo de
espera má llevadero. Además, están las horas que compartiremos
con los familiares, amigos, parejas o incluso casi desconocidos con
los que seguro también podemos crear momentos que merezcan ser
recordados y sirvan de ejemplo o simple entretenimiento a todas
aquellas personas que nos lean.
Puedes escribirnos a:
estadodelalma@gmail.com
Puedes escribirnos a:
estadodelalma@gmail.com
Comienzo
yo, a la espera de que sean muchos los que quieran compartir dichos
momentos. Para ello habilito esta cuenta de correo a la que enviar
tus inquietudes, ideas, comentarios, críticas literarias, etc. Todo
aquello que haya supuesto una grata sorpresa para ti.
En
caso, yo vivo solo, y entre otras cosas tengo una salón en el que me
esperan cientos de lecturas, entre libros, cómics y revistas, a las
que por fin puedo dedicarles ese tiempo que llevaba tanto tiempo
buscando. Para empezar, he escogido al escritor norteamericano, y su
tetralogía en torno a su alter ego Arturo Bandini. El volumen
incluye las novelas “Camino a Los Ángeles”, “Espera
a la primavera, Bandini”, “Pregúntale al polvo” y
“Sueños de Bunker Hill”. Siempre he tenido predileción
por estos escritores marginales y contracorriente, empeñados en
romper las normas y que nos hablan de indadaptados, desempleados,
inmigrantes ilegales, personas todas ellas que viven en barrios
obreros, sobre los que no se suele hablar mucho. Son como úlceras de
la ciudad, que aunque queramos ignorar, permanecen ahí, como una
sombra oscura de los barrios más opulentos. A este movimiento
literario se la llama realismo sucio. No sé hasta que punto este
apelativo es correcto pero sí es cierto que a John Fante se le puede
considerar uno de los padres. Un escritor que permaneció olvidado
durante mucho tiempo pero que fue rescatado por Bukowski que lo
consideraba una de sus mayores referencias. Sobre su protagonista, no
sé muy bien qué decir. En la primera novela aparece un adolescente
con actitudes chulescas, prepotente e irresponsable, al que empiezas
odiando pero al que acabas cogiéndole cariño por sus constantes
batacazos y meteduras de pata. Es imposible, pues todos hemos sido
adolescentes alguna vez, no sentirse identificado con él, con esa
actitud sobrada ante la vida, con ese aluvión de sueños por
cumplir, por ese continúo ir de desvarío en desvarío hasta que la
propia vida te va colocando lentamente en tu sitio. No voy a contaros
más. Empezar a leer estas novelas ha sido para mí, la primera de
las alegrías del encierro. ¡Os recomiendo a Fante!
“Me
puse a escribir otra vez. El lápiz corría por la página. La página
se llenó. Le di la vuelta. El lápiz siguió su trayecto. Otra
página. De arriba a abajo. Las páginas se amontonaron. Por la
ventana entraba la niebla, tímida y fría. Pronto se llenó la
habitación. Seguí escribiendo. Página once. Página doce.
Levanté
la vista. Era de día. La niebla invadía la habitación. La estufa
estaba apagada. Tenía las manos entumecidas. En el dedo en se
apoyaba el lápiz me había salido una ampolla. Me picaban los ojos.
Me dolía la espalda. Apenas podía moverme a causa del frío. Pero
nunca me había sentido mejor.”
Así
acaba el capítulo 19. Para empezar así el 20.
“Aquel
día no dí pie con bola en la fábrica. Me pille un dedo en el
vertedor de latas”
No hay comentarios:
Publicar un comentario