Empiezan
a rondar por los periódicos una serie de noticias advirtiendo que
están empezando a agotarse las levaduras y harinas de todo tipo.
Parece ser que a la mitad de los españoles les ha entrado una fiebre
repostera o incluso se están planteando hacerse su propio pan. Que
no se alarmen las panaderías porque mientras tanto la otro mitad
sigue yendo a comprar el pan religiosamente todos los días. Un
servidor no deja de ver cada mañana desde el balcón a gente
paseando tan ricamente con su pan bajo el brazo. Leí también por
ahí que a alguien lo habían detenido porque salía a pasear todos los
días con la misma barra, y claro, lo pillaron porque un día el pan
se le cayó al suelo y partió un par de baldosas del acerado
público. Pero eso es otra historia, allá cada uno con su picaresca.
El caso es que estamos en plenas fiestas de semana santa y de algún
modo hay que llevar a casa un poco de ambiente festivo. Y que mejor
manera de hacerlo que a base de dulces y demás chucherías. Lo que
está claro es que estas semanas, la cocina, por aburrimiento y
también por necesidad (algo tenemos que comer todos los días) se
está conviertiendo en otra de nuestras pequeñas alegrías. De todos
lados me llegan noticias y comentarios de cómo se están
desempolvando mandiles, sacando de sus rincones robots culinarios y
utensilios de cocina para ponerse con las manos en la masa. Con más
o mejor acierto, la creatividad gastronómica se está disparando en
todos los hogares del país. Puede que el único español que aún no
haya hecho ningún alarde en este sentido sea quien escribe esto. Lo
siento, soy un auténtico negado para este noble arte. A duras penas
logré durante de mi época de estudiante dar el salto de
abrir un lata de atún a freir un huevo. Mi único experimento estos
días ha sido hacerme una fuente de dos litros de arroz con leche
que he tardado en comerme casi una semana. Milagrosamente, sigo
manteniendo el tipo, la báscula aún no sale corriendo cuando me ve
venir.
Dejo
sin embargo un enlace a una noticia de la web cultura inquieta en la
que desde Tokio una madre muy original, (Etoni Mama, al parecer muy
conocida en Instagram) convierte mundanos huevos fritos en auténticas
piezas de museo. Por supuesto, animo a todo el mundo que mande sus
aportaciones a este blog, que sigue queriendo ser una especie de
diario de esas pequeñas cosas que vamos descubriendo día a día y
que nos hacen esta cuarentena más llevadera. ¡Buen miércoles y
ánimo con todo!
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